Cabalgando me encontré en el camino de mis razones
que rondan al empuje de la
brisa que los molinos avientan sobre mi cabellera, caí...
sobre las hojas marchitas junto al gran roble que espera la primavera
y a lo subjetivo de mis razones que son conceptos de reflexiones...,
una sociedad en alienación asimiladas por afluencias comparables, que no han sido o sí? invasivas, muestran gran estabilidad al cada grupo
natural, induce en los suyos sus costumbres, tradiciones nunca integrados del
autóctono en su idiosincrasia, acrecentado lo impropio ahí está mi sociedad...,
que preciso, desde la altivez en la montaña donde me encuentro...aquí, bajo la
atmosfera azul reflejo del sol, que se posó sobre las lomas medias a su
sembradíos cultivos de dulce fresa hierbas de la jornada, extendidas cual
cosechas lo alto en su nivel del mar, dejando a su paso fragmentadas tierras
oasis edificadas a su peculio atrincherado...de aquellos que cubren en sombras
bajo el sombrero alado a la escudilla, salpicando pensamientos como gotas que
caen a la siembra de futuras utopías, percibo el olor a brisa de lluvia en
generaciones vulneradas de emociones encaminadas sobre la adoración al
culto de la sabiduría, cercada de púas a lo inalcanzable de la inocencia, joven
horizontes a orillas del mar encontradas, aquellos que naufragaron a sus
orillas sus conocimientos, escaldaron en busca a sus sobrevivencias presto
saborearon los encantos de la llanura, bosques, montañas a la ingenua mirada de
sus moradores, habitaban desconocidos... de lo ignorado prestos estaban en caer
al rio bajo las mandíbulas de las pirañas, inducidos sobre pensamientos
preconcebidos, prevaricados, impositivos servir y no ser servido a un hacer y
no hacer debido, atribuido a lo inadvertido de que se vale y pasa ello a ser
inculcado como costumbres, mas no amalgamados ni fundamentados, entre los
sorbos de vino y acaudalados tesoros, en que la humildad es un estigma clavada
en sus almas que sangra sobre el bien de quienes dejan migajas, se exculpan en
la fe de los agradecidos, el sonar de las estridentes tripas propias y en sus
crías al caer la noche en que la luna asoma rojiza en sus miradas y el frio
explora, se avivan los pensamientos de utopías aun bajo la tierra, sin raíces
por la sequia a los siglos que la explotan, que la razón despierta sobre la
consciencias que dormitaba bajo aquel frondoso árbol de roble, era solo un
sueño... en que acaba su ignorancia sobre el rebaño que descansa, es solo
presa…
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